lunes, 29 de marzo de 2010

Valija...


Kuando meto mis pies en el mar, su vaivén me lleva lejos, justo hasta donde la inmensidad se ahoga en brumas de algodón. Es entonces kuando mis piernas flakean, tomo aire, me sumerjo y nadie me ve.
Soy agua y distancia. Soy sal.
Por fin llego. Es la isla en la k el tiempo baila sostenido en un konjuro.
La arena kubre mis pies deskalzos y empieza a kolarse, sin sikiera pedir permiso, girando la manilla oxidada de los poros de mi piel.
Vuelo un rato para fisgonear desde arriba, pero el viento da un golpe de despertador.
Komienza de nuevo el kamino por tierra.

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